Sabino Fernández Campo

Conde de Latores, Caballero del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias y ante todo y sobre todo Secretario General de la Casa del Rey hasta el año 1993, Sabino Fernández vivió apegado a un misterioso silencio, predico con el ejemplo de la honradez y fue, hasta el final de sus días, fiel a España, fiel al rey Juan Carlos y a las personas que le rodeaban.

17 Marzo 1918 - 26 Octubre 2009

Oviedo


Horóscopo : Piscis

Sabino Fernández Campo vino al mundo a principios del siglo XX con un libro de protocolo bajo el brazo. Educado como hijo único en un ambiente político dividido se licenció en Derecho por la Universidad de Oviedo con el objetivo de moverse en las altas esferas de la diplomacia, sin embargo, pronto sus pasos se dirigieron hacia el ámbito militar, no solo por la Revolución de Asturias de 1934 donde se dedicó principalmente a la labor de abastecimiento sino también debido a la Guerra Civil Española.

En 1941 ingresó en las primeras oposiciones del Cuerpo de Intervención Militar, donde, tras su paso por varias ciudades españolas, acabó ascendiendo a Teniente Coronel en diciembre de 1956. Su afán de superación y sus ganas por aprender parecían no tener fin, y después de haber ejercido el cargo de Interventor en la Dirección General de Industria y Material del Ministerio del Ejército se marchó a Estados Unidos para realizar el curso 'The economics of the National Security' en el Industrial College.

Del Ejército al mundo de la política

Diplomado en Economía de guerra, Fernández Campo formó parte -durante 20 años- de la secretaría técnica de siete ministros del Ejército, una labor que dio por terminada para volver a encauzar sus pasos hacia el mundo político. Durante la transición y después de haber conocido de primera mano todos los ‘entresijos’ del Ejército, Sabino fue nombrado en 1975 subsecretario de la Presidencia del Gobierno gracias a la propuesta presentada por el ministro Alfonso Osorio, el mismo puesto que ocuparía un año en el Ministerio de Información y Turismo bajo el gobierno Arias Navarro.

Padre de diez hijos y jefe de la Casa del Rey

Su soledad de hijo único le llevó a convertirse en padre de diez hijos tras contraer matrimonio con Teresa Fernández Vega, su fiel compañera hasta 1974 momento en el que ambos decidieron poner punto final a su matrimonio de manera amistosa. Tras perder dos hijos, Sabino se refugió en el trabajo y en 1977 fue designado, por el rey Juan Carlos, Secretario General de la Casa del Rey hasta 1993. Sabino tuvo un papel esencial en la Monarquía y durante los años que ejerció como ‘mano derecha’ del Rey no se puede hacer un paso por La Zarzuela sin ensalzar su figura.

Defensor de la Corona

Fue un férreo y fiel defensor de la Corona, y muchos son de la opinión de que Sabino más sabe por lo que calla que por lo que dice. Esconde con esmero un libro de anécdotas y sucesos durante sus años como Secretario General de la Casa del Rey que nadie ha podido leer y que vigila con recelo. En él imaginamos que habrá un capítulo especial al fallido Golpe de Estado del 23-F en donde él también fue uno de los encargados en desarticularlo. Suya es la famosa frase: "Ni está ni se le espera" respuesta que dio telefónicamente al general Juste (general de la división acorazada Brunete) cuando pregunto si Alfonso Armada había llegado al Palacio de la Zarzuela.

Su segundo matrimonio

Implacable defensor del juancarlismo, se convirtió el mejor consejero del Rey y, aunque volcado en sus compromisos profesionales, Sabino Fernández Campo tuvo de nuevo tiempo para abrir su maduro corazón a la periodista y escritora asturiana María Teresa Álvarez, veintisiete años más joven que él y con la que contrajo matrimonio en 1997.

Fallecimiento

Conde de Latores y Caballero del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, Sabino Fernández, quien fallecía el 26 de octubre de 2009 en Madrid a los 91 años debido a una dolencia intestinal agravada por una insuficiencia respiratoria, vivió apegado a un misterioso silencio, predicó con el ejemplo de la honradez y fue, hasta el final de sus días, fiel a España, fiel al Rey y a las personas que le rodeaban.