

Una de las preguntas que más se les hacen a los papás tras el nacimiento de su bebé es: “¿qué tal se porta? ¿Os da mucha guerra?”. La respuesta siempre es diferente y esto es debido a que los pequeños desde su nacimiento ya cuentan con un temperamento bien definido. Varios estudios psicológicos han determinado que existen tres tipos de temperamento en los recién nacidos: el fácil, el difícil y el apático. Aunque todos ellos tienen diferentes tipos de intensidad y, en ocasiones, pueden tener mezcla de varios.
Conocer cuál es el temperamento de tu bebé puede ayudaros a que le prestéis la atención que de verdad necesita y, además, puede influir en el desarrollo del propio temperamento, bien para que sufra mejorías o incluso para empeorarlo. Los padres, como es obvio, cuentan también con su propio carácter, lo que convertirá esto en algo más sencillo o más complicado a la hora de crear un vínculo próximo, y cierto apego, para que se desarrolle la maduración adecuada.
“Es importante crear un buen vínculo padres–hijo, además de establecer unas rutinas para que el bebé sepa y se pueda anticipar a lo que va a ocurrir. Los cambios se deberán introducir de forma adecuada y siempre positiva”, aconseja Verónica Minguito Orellano, logopeda y experta en Atención temprana y psicomotricidad.
Temperamento fácil
Sus características básicas y más representativas son las siguientes:
Temperamento difícil
Estos niños requieren de altas dosis de paciencia por parte de los padres, ya que son capaces de acabar con sus nervios, por mucho amor y constancia que éstos le pongan a su crianza. No hay que preocuparse, si se actúa correctamente se consiguen mejoras, eso sí, a largo plazo.
“La actitud de un bebé difícil hará que los padres tengan más paciencia. Todo su ambiente tiene que ser estructurado y los cambios deben introducirse de forma sistemática y pautada. Esto en un futuro se tendrá que ir cambiando y presentando un comportamiento más flexible. Esto será más fácil con ayuda de un especialista”, aconseja Minguito Orellano.
No se debe ser pesimista. Generalmente, estos niños suelen evolucionar siempre a mejor con el tiempo. Los pequeños sólo necesitan sentir seguridad y afecto por parte de sus papás, lo que siempre consigue mejorar su temperamento.
Sus características más representativas son:
Temperamento apático
En este caso, los niños que cuentan con este tipo de carácter cuentan, generalmente, con los siguientes rasgos:
“Si estamos ante un bebé apático es necesario darse cuenta tempranamente para estimular y compensar esa falta de interés por el mundo exterior”, afirma Minguito Orellano. Esto no quiere decir que el niño tenga alguna deficiencia, sino que al no contar con demasiados estímulos, su desarrollo se para y puede afectar a su inteligencia y futuro rendimiento.
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