Frente a frente, la anfitriona, Paola de Bélgica, con su sobrina política, la gran duquesa María Teresa en el palacio real. En esta imagen ambas llevan las tiaras "Imperio"
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La espectacular diadema que llevó la gran duquesa perteneció a la gran duquesa Josefina Carlota, su suegra. La pieza está considerada como la joya más valiosa de la familia gran ducal.
28 MARZO 2007
La gran duquesa de
Luxemburgo eligió para asistir a
la cena de gala organizada por
los Reyes de los belgas en el palacio
de Laeken la tiara imperial
de diamantes. Una impresionante
pieza que usó por
primera vez el pasado año y que
ha heredado de la madre de su
esposo, la gran duquesa Josefina
Carlota. La diadema, de estilo
neoclásico por la forma de sus
motivos florales, está considerada
como la joya más valiosa de la
familia gran ducal. Aunque no es
oficial la historia de su procedencia
y no fue hasta 1919 cuando
la abuela del actual gran duque la
usó para el retrato oficial de
su coronación, todo apunta a
que ésta fue comprada a la familia
de Napoleón a principios del
siglo XIX.
Asimismo, y para honrar a sus
anfitriones, los tíos de su esposo,
María Teresa de Luxemburgo
adornó su cuello con el «bandeau
» de diamantes y esmeraldas
cabujón que la Reina Elisabeth
(abuela de su suegra) regaló a su
hija, la legendaria Reina Astrid,
con ocasión de su nacimiento.
Joyas únicas en Palacio
Un collar que estuvo a punto de ser
vendido el pasado año y que se
quedó en «la familia» después de
que el gran duque Enrique decidiera
anular la subasta proyectada.
La gargantilla, que perteneció a
la madre del actual Rey de los
belgas, volvió a «reunirse» en este
encuentro de familias con otra de
las grandes piezas del cofre de la
soberana Astrid: la tiara Imperio
que eligió la Reina Paola para ser
anfitriona de sus sobrinos. Una
diadema «art déco» que los belgas
regalaron a la Reina Astboda con el Rey Leopoldo
y que consiste en una base de brillantes
con greca y 11 grandes
diamantes enmarcados por nueve
motivos triangulares.
Más discretas en joyas, aunque
muy llamativas por el color de los
trajes, fueron la princesa Matilde
—que llevó la diadema de hojas y
bayas que le regalaron los aristócratas
belgas con motivo de sus
esponsales— y su cuñada, la
princesa Astrid, con su vestido de
color amarillo y la diadema de la
familia Saboya-Aosta.
Enrique y María Teresa de Luxemburgo, como en casa en Bélgica