

Todo en este gran parque jiennense es inmenso, inabarcable, casi infinito. Lo es también el embalse de El Tranco, una inmensa lámina de agua dulce y cabecera del recién nacido Guadalquivir donde se reflejan los bosques y las cumbres de este parque natural que vamos a descubrir.
El único medio mecánico autorizado para surcar las aguas quietas del pantano es este barco, que se toma en uno de sus extremos. Realiza dos rutas de, aproximadamente, una hora de duración (6 € cada una): la ruta del norte sube por el brazo izquierdo para contemplar al fondo el encantador pueblo de Hornos de Segura, declarado conjunto histórico, y, al final, la cascada del Chorreón, uno de los rincones más bellos de este espacio.
La ruta del sur o de Bujaraiza conduce hasta las proximidades de la sierra de Las Villas y durante el trayecto se contempla el pico Banderillas, de casi 2000 metros de altura, y las ruinas del antiguo castillo de Bujaraiza. Cuando se aproxima a la cortijada del Cerezuelo, el barco rodea el gigantesco islote Cabeza de la Viña, moteado de pinares.
El principal centro de información e interpretación del parque natural se encuentra a un lado de la A-319, la carretera que cicatriza de norte a sur el parque natural y que une El Tranco con Arroyo Frío. En su interior podemos visitar una exposición sobre este espacio protegido. Cierra los lunes y la entrada es gratuita. A 5 minutos del centro, próximo a una piscifactoría truchera, está uno de los paisajes más bellos del lugar: las pequeñas cascadas por las que se despeñan las aguas del río Borosa. Un carril sube hasta el arroyo de las Truchas, donde el caudal desciende encajado entre un lecho de piedra caliza. Más arriba están las lagunas de Valdeazores, un conjunto de estanques naturales a una altura que permite contemplar la inmensidad del parque.
Desde este puerto se divisan buena parte de los emblemas del parque, un ancho horizonte donde se distinguen desde las altas cumbres hasta las zonas más bajas del valle tapizadas por inmensos bosques de coníferas y con abruptos roquedales.
Es uno de los paseos a pie más encantadores del parque natural. En la carretera que conduce hasta el Puente de las Herrerías, está la indicación, a mano izquierda, de un sendero que discurre paralelo al río Guadalquivir. Tras atravesar una sobrecogedora cavidad llamada Cerrada del Utrero abierta en la roca, el camino lleva hasta la idílica cola de caballo.
Dejando a un lado Arroyo Frío –epicentro del parque por su oferta hotelera y sus restaurantes de cocina tradicional– y tomando en el cruce con Vadillo Castril la carretera que sube hasta el parador de turismo y el Puente de las Herrerías, continúa, unos kilómetros más allá, hasta el nacimiento del mayor río de Andalucía. Un minúsculo manantial enclavado en la Sierra de Cazorla, dentro del término municipal de Quesada.
La mejor imagen del pintoresco pueblo de La Iruela, una de las puertas de entrada al parque natural, es la de su castillo templario, que lo corona desde lo alto de una peña. A solo 8 kilómetros y encaramada a un risco espera Cazorla, la localidad que da nombre a la sierra más famosa de Jaén, conjunto histórico. Su castillo acoge un museo de artes y costumbres populares y en su plaza de Santa María están las ruinas de la iglesia del mismo nombre, obra del arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira.
Una bella carretera une Cazorla y Quesada, punto y final de la ruta. Quesada está encaramada a un cerro desde donde otea cumbres más altas que ella. En ella hay que visitar el Museo Rafael Zabaleta, uno de los más reconocidos pintores de mitad del siglo pasado, amigo de Picasso. El museo acoge además los fondos del poeta Miguel Hernández, casado con la quesadeña Josefina Manresa.
En el corazón del Parque Natural, el Parador de Cazorla (parador.es) es un remanso de paz al estilo de los típicos cortijos andaluces. Ofrece habitaciones con vistas, cocina popular, amplios jardines y piscina de verano, además de ser punto de partida de numerosos senderos.
También en medio de la naturaleza, Coto del Valle (cotodelvalle.com), un cuatro estrellas con spa, piscina de temporada y restaurante de cocina tradicional con toques de vanguardia.
En Cortijos Nuevos está el Cortijo de Ramón (cortijoderamon.com), un delicioso hotelito rural a los pies de la Sierra de Segura ordenado en torno a una antigua cortijada. También con piscina y restaurante.
En Segura de la Sierra, en La Tiná (tel. 629 66 91 19), uno de los mejores restaurantes del interior del parque, que ofrece suculentos asados, y La Mesa Segureña (tel. 953 48 21 01), de cocina tradicional apegada a la tierra, platos suculentos basados en los más antiguos recetarios: migas con avíos, guisos de ajo y harina y la deliciosa carne de monte.
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