

Cuando hace unos días la empresa 'Firstprotect' explicaba en un comunicado que las mascarillas FFP2 para niños no están homologadas, saltaron todas las alarmas. Entre los principales motivos que se aducían se encuentran la falta de pruebas y la cuestión de su gran tamaño. Es decir, que no se ajustan a la cara de los más pequeños, y, por tanto, no serían eficaces frente al coronavirus.
Tras este anuncio, muchos padres se preguntan, preocupados, cuáles son entonces las mascarillas más seguras para sus vástagos. Especialmente ahora que en muchas regiones, como la Comunidad de Madrid, les toca volver a las aulas. Para averiguarlo nos hemos puesto en contacto con Xavier Gastaminza, director general de ‘Star Care’, compañía proveedora de EPIS y especializada en equipos de protección individual, quien nos aclara lo que sucede con las FFP2 y qué aspectos se deben tener en cuenta antes de escoger una mascarilla.
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Xavier Gastaminza nos explica que la norma por la que deben regirse las mascarillas FFP2 es la EN-149, que es la que regula los equipos de protección individual. De hecho, la norma fue creada pensando en que estas mascarillas serían usadas sólo por los adultos, ya que, en un principio, “sólo serían necesarias en entornos laborales como la industria del metal o la de hidrocarburos, donde hay unas concentraciones muy altas de parafinas, por lo que debían estar protegidos”.
Es decir, que la regulación, lógicamente, no contaba con la actual pandemia, y, según explica el director de ‘Star Care’, “es cierto que en ningún momento se menciona el tema infantil”.
Ahora bien, el experto insiste en que el hecho de que su origen se encuentre en la esfera laboral no significa que no se puedan fabricar mascarillas FFP2, expresamente, para el público infantil, como está haciendo su empresa.
Lo que ha ocurrido y se ha denunciado es que “algunas empresas han puesto esos certificados de mascarillas que habían conseguido para las de los adultos en las de los niños, y el certificado tiene que ser el mismo al que se ponga en distribución. No se puede certificar una cosa y dar otra, no es legal”, asevera. Algo que también ha sucedido con las mascarillas de adultos. “Por desgracia, ha habido mucho fraude”, lamenta, “y algunas también llevaban un certificado CE (de la Unión Europea) y era falso”.
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Xavier Gastaminza nos da dos consejos para distinguir si la mascarilla está homologada o no:
Y, por supuesto, asegurarse siempre de que la mascarilla se ajusta perfectamente a la cara del pequeño, cubriendo su nariz, su boca y su barbilla, como nos explicaba el pediatra Gonzalo Oñoro, y que las gomas son resistentes (de acuerdo al estándar europeo tendrían que soportar una presión de unos 10 Newtons).
Recientemente hemos conocido que Francia y Alemania ahora exigen el uso de la mascarilla FFP2 en el transporte público y el comercio, pidiendo a la población que no usen las de tela que se hacen en casa ni las higiénicas.
El director de ‘Star Care’ resalta que, para empezar, “ni las pruebas ni el testeo que pasa una FFP2 y una higiénica tienen nada que ver. El nivel de exigencia para la primera es mucho más alta”. Y a esto añade otras particularidades de la FFP2 que la hacen más segura que la higiénica:
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Llevar la mascarilla nunca exime a los más pequeños de cumplir con el resto de medidas de seguridad que recomiendan los expertos: el lavado de manos frecuente y la distancia de seguridad.
No obstante, los pediatras han enviado un mensaje tranquilizador a los padres, ya que, como nos indicó Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo, en estos últimos meses se ha comprobado que los niños se infectan, sobre todo, en sus casas, cuando están en contacto con adultos infectados.
A pesar del miedo de los padres, parece que el regreso a las aulas, al menos de momento, no está siendo problemático, ya que, en la mayoría de los casos, el contagio no se ha producido en las escuelas.
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