

La lactancia es una experiencia única para cada madre, pero para algunas puede llegar a convertirse en una un tanto molesta e incluso dolorosa. Por ello, intentando buscar una solución, muchas sopesan el uso de las pezoneras de lactancia, o lo que es lo mismo, unos protectores del pezón.
Aunque hace años no gozaban de mucha popularidad (incluso se recomendaba retirarlas cuanto antes), ahora se han tornado en un accesorio muy útil. Así que la asesora de lactancia Elisabeth Grimaldi nos explica cuál es su función y en qué casos están recomendadas.
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Son unos protectores del pezón hechos, normalmente, de silicona (aunque también los hay de otros materiales) que cubren también la areola. Su función principal es facilitar la succión al bebé para que pueda extraer la leche materna de forma correcta.
Actualmente son finos, muy suaves, y con diferentes formas, sin embargo, durante la década de los 70 y los 80, se fabricaban con látex o una goma rígida y dura (más parecida a la de un biberón). Para los más pequeños, succionar el pezón de su madre era entonces demasiado complicado. De ahí que las pezoneras hayan gozado, durante mucho tiempo, de mala fama. Sin embargo, ya no están desaconsejadas, y como apunta la experta, pueden ser de gran utilidad.
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“Es un aliado para desarrollar una lactancia con éxito, evitando procesos dolorosos”, afirma la asesora de lactancia, que recomienda que, antes de comprarlas, las madres siempre deben consultarlo con su matrona.
No obstante, algunos de los casos en los que su uso puede ser muy útil:
Un aspecto fundamental es que estén bien colocadas, ya que, de lo contrario, no tendrán ningún efecto ni ayudarán a las madres a mejorar la lactancia.
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La asesora destaca que hay que consultar su uso con las matronas y los médicos, ya que, si no hay ningún problema y se ofrecen, se corre el riesgo de que interfieran en su aprendizaje durante los primeros días.
Para la matrona Isabel Durand, lo más importante es que, cuando da el pecho, se compruebe si el bebé se agarra bien:
La madre, por su parte, debe coger su pecho en forma de ‘C’, acercando el pezón hacia el labio superior de la boca del pequeño para que abra bien la boca.
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Uno de los mayores miedos es que el bebé se termine acostumbrando a las pezoneras y después rechace tomar el pecho directamente. Un riesgo que, según explica Elisabeth Grimaldi, no existe.
“No son de difícil retirada. Estas pezoneras son sensibles y tienen un contacto muy suave, por lo que, al retirarlos, se suele seguir la lactancia de manera segura”, apunta. Lo que sí hay que tener en cuenta es si el bebé está preparado para ello. Un buen método para averiguarlo es aprovechar una toma para sacarlas, y comprobar si sigue mamando sin ellas.
Si se enfada o lo rechaza, se tendrá que volver a poner la pezonera. Pero, poco a poco, irá cogiendo el hábito, lo que suele ocurrir a los tres o cuatro meses.
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