

Más allá de momentos puntuales complicados, desánimo por alguna circunstancia o tristeza ocasional, los niños pueden padecer una depresión. Las cifras hablan de un 2% de afectados antes de la pubertad, porcentaje que se eleva hasta el 4-8% en la adolescencia. Es importante saber detectar la depresión infantil y actuar adecuadamente, como con cualquier otra alteración física.
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No podemos establecer un paralelismo exacto entre la depresión en adultos y la depresión en niños. Los síntomas son distintos y eso puede hacer que los padres no los identifiquen como tal. "Los niños y adolescentes pueden presentar una sintomatología depresiva un tanto diferente a la considerada como habitual. Aunque la tristeza o el llanto pueden estar presentes, es muy habitual también que el niño o adolescente se muestre irritado, llegando a presentar incluso alteraciones de la conducta", explica la Dra. Ana Mas, psiquiatra especializada en salud mental infanto-juvenil, familia y pareja (www.mindhappyplace.com).
Estas son las señales de alarma que pueden alertar de que el niño o el adolescente está pasando por una depresión:
"En líneas generales, cabe destacar que los niños más pequeños van a tender a mostrarse más irritables y con sintomatología somática y los adolescentes de mayor edad van a tender a presentar sintomatología depresiva más parecida a la observada en los adultos", indica la psiquiatra. Si estos síntomas se mantienen durante dos semanas, habría que consultar por si el menor pasa por una depresión.
Hay distintas causas que están detrás de la aparición de la depresión en niños y adolescentes. Es un problema multifactorial donde intervienen varios factores.
La depresión infantil es una enfermedad, y hay que tratarla. En este sentido, y como sucede con otras patologías del campo de la salud mental, puede costar aceptar el problema, pero este no va a desaparecer por sí solo. Socialmente, estas alteraciones suelen rodearse de un halo de secretismo que no ayuda en el tratamiento. "Desde el punto de vista médico resulta esencial que el niño reciba un abordaje multidisciplinar desde el equipo de pediatría para descartar patologías orgánicas que puedan estar ocasionando el cuadro; también intervendría psiquiatría para valoración y supervisión del caso, así como un especialista en psicoterapia", destaca la Dra. Ana Mas que desde su cuenta de Instagram (@anamasvilla) se dedica a hacer divulgación sobre estos problemas para contribuir a desestigmatizarlos.
El niño con depresión recibirá psicoterapia a cargo de un psicólogo o un psiquiatra con formación especializada y en algunos casos concretos será necesario recurrir a la medicación.
Afortunadamente, la mayoría de los niños o adolescentes que pasan por una depresión se recuperan. Sin embargo, uno de cada cinco puede sufrir una recaída más adelante. Cuantos más episodios depresivos se presenten, más probabilidad hay de tener sucesivas recaídas.
Hay algunos factores que pueden actuar como protectores ante la depresión infantil. La mayoría de ellos están relacionados con el cuidado de la salud tanto física como emocional. Así, alimentarse bien, realizar actividad física (mejor al aire libre) y descansar adecuadamente ayudan a proteger al niño y al adolescente. En el campo de las emociones, es importante mantener relaciones sanas tanto con amigos como con familiares, y contar con estrategias para gestionar el estrés, como el deporte (no competitivo sino practicado de forma lúdica) y actividades de ocio y disfrute como pintar, escuchar música, leer, darse un baño relajante...
En todo caso, lo importante es observar los síntomas que presenta el niño y si permanecen en el tiempo y sentimos que algo no va bien, consultar con un especialista, al igual que haríamos ante cualquier otra alteración orgánica por la que pasase.