

Es habitual que los niños sufran convulsiones durante la infancia. Según datos de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), 5 de cada 100 pequeños tienen una crisis de este tipo, y ésta supone, además, la urgencia neurológica más frecuente en pediatría.
Sin embargo, a pesar de lo que se suele creer, una crisis convulsa no siempre es epiléptica ni supone un signo de que el niño padece este trastorno neurológico. El doctor Enrique Noé, director de investigación de Vithas NeuroRHB, nos ha explicado que dichas convulsiones “vienen provocadas por una descarga que genera una actividad muscular incontrolada en el niño”.
Y aunque comúnmente hemos asociado un ataque de epilepsia con la persona realizando movimientos clónicos, su expresión “es muy variable”. La crisis puede manifestarse como un hormigueo o una sensación de que la electricidad recorre el cuerpo. Todo depende del área del córtex cerebral que esté implicada.
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En palabras del doctor Noé, cuando hablamos de crisis epilépticas “nos referimos a una descarga eléctrica sincronizada de un grupo de neuronas corticales que se activa de forma anómala y que, generalmente, se produce de forma súbita, breve y transitoria”.
Un niño puede sufrirlas de manera esporádica, y no por ello padecer este trastorno neurológico crónico. Para que sea diagnosticado como tal, “debe haber sufrido al menos dos crisis epilépticas, teniendo claro que su origen es una descarga anómala del cerebro”, detalla.
Asimismo, el médico incide en que “sólo se dan crisis epilépticas convulsivas cuando se producen en una parte muy concreta de nuestro cerebro, en la corteza que se encarga de la movilidad.”
De lo contrario, si no afecta a esta zona, el ataque “se presenta clínicamente como cualquier síntoma que puede generar una parte de nuestro cerebro que se encarga de cosas tan distintas como ver u oír”. De este modo, una crisis epiléptica también puede manifestarse como:
El doctor señala que alrededor de 3 de cada 4 pacientes con epilepsia debutan antes de los 12 años. Sin embargo, estas crisis epilépticas no convulsivas son más difíciles de detectar. Así que en caso de notar que alguno de estos síntomas se repita e interfiera en su día a día cotidiano, lo mejor es consultar a un especialista para que realice un estudio-diagnóstico.
De no detectarse a tiempo, el niño tendrá una mayor dificultad a la hora de aprender, lo que repercutirá en su desarrollo madurativo. Por lo tanto, el doctor Noé concluye que “es importante tener controladas las crisis, y cuanto antes, mejor”.
En caso de que se produzca una crisis, el médico recomienda:
Por otra parte, con el objetivo de identificar si es una crisis epiléptica, es importante que sigamos las siguientes recomendaciones:
Todos estos datos sobre los síntomas que acontecen antes, durante y después de la convulsión son fundamentales para el médico. Una vez facilitemos estos datos, los profesionales harán las exploraciones complementarias necesarias para llegar a la conclusión si se debe o no a una crisis epiléptica.
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