

La remolacha es una hortaliza que, a casi todo el mundo, le resulta deliciosa. Gran culpa de ello la tiene la gran cantidad de azúcares que acumula que, con cierto matiz terroso, la convierte en uno de los ingredientes que más nos gusta de la ensalada. Y aunque su carne color púrpura nos complique un poco su manipulación (has de tener cuidado, pues tiñe las manos y las superficies sobre la que la cortes o peles), esta raíz comestible apenas aporta calorías, te ayuda a controlar la tensión arterial y protege le corazón. Además, si eres de los que practica habitualmente deporte, estás de suerte, porque contribuye al funcionamiento normal de los músculos, ya que mejora la gestión del oxígeno.
Evita las que venden envasadas, pues suelen contener muchos conservantes, y busca las raíces frescas de piel lisa y sin manchas negras, que mantengan sus hojas verdes frescas y enteras. Ten en cuenta que estas también pueden consumirse, como si fuesen espinacas, crudas, escaldadas o cocidas al vapor. No las congeles nunca, pues se ablandan, pero puedes conservarlas frescas en el frigorífico siempre que las guardes enteras dentro de una bolsa de plástico. Y ahora que ya sabes lo básico, vamos a cocinarlas.
Es, quizás, la forma más sencilla de cocinarla. Tan solo tendrás que cortarla en finas rodajas (o en gajos), forra una bandeja de horno con papel vegetal, colócala y rocía con aceite de oliva virgen extra, un poco de pimienta y sal. Además, te recomendamos que las aromatices con romero y tomillo, las dos hierbas que mejor combinan con ella. Hornea a 200 °C durante 45 minutos.
Si quieres que te queden en formato de chips vegetales (las tendencias gastronómicas nos llevan hacia lo crujiente), córtalas muy finas y déjalas más tiempo.
Primero, cuece las remolachas durante 30 o 40 minutos al vapor. Hazlo con la pieza entera, para conservar todo su aroma, colocándolas en una rejilla por encima del agua, para que no entre en contacto directa con ella. Cuando veas que están tiernas, retíralas, deja que se enfríen y córtalas en finas rodajas. Combínalas con cebolla roja cortada en juliana, brotes de soja, con queso fresco de cabra o parmesano y almendras laminadas o nueces.
Triturando esta hortaliza rica en fibra, potasio y proteínas, se asimilará mejor uno de los minerales que más contiene: el hierro. Pero hazlo siempre mezclando con frutas, para suavizar su sabor. Te damos tres opciones:
La remolacha caliente en crema no es muy apetecible, pero cuando los grados bajan y se enfría, está deliciosa. Puedes hacer un salmorejo de remolacha, sustituyendo unos tomates por esta hortaliza o en crema con un poco de yogur griego, una combinación perfecta.