Max Factor

Abraham y Cecilia Tandowsky Factor, un matrimonio judío de Lodz (Polonia), han pasado a la historia a haber tenido entre sus vástagos al mundialmente conocido como "el maquillador de las estrellas"; Max Factor, que al llegar a California cambió la "k" de su apellido por la "c", transformando al mismo tiempo la peluquería y el maquillaje con sus innovadoras creaciones que aún hoy en día, casi un siglo después, siguen vigentes. Muchas fueron las películas que se beneficiaron de su talento y ninguna actriz, desde los comienzos de Hollywood, ha podido vivir sin utilizar alguno de sus productos.


Del ballet a los platós
El glorioso cruce del Atlántico lo realizó el joven Max lleno de entusiasmo y con un basto bagaje ya que había desarrollado un excelente aprendizaje como maquillador y peluquero del prestigioso Ballet Imperial Ruso. Sin embargo, cuando llegó a los Angeles en 1909, esta impresionante ciudad no era más que un pequeño pueblo en el que se concentraba la recién nacida industria cinematográfica y él, junto a algunos miembros de su familia, abre una tienda en donde se expenden perfumes, cosméticos y maquillajes que él ha fabricado artesanalmente. Lógicamente la mayoría de su clientela estaba formada por actores y actrices y su nombre comienza a pasar de boca en boca al comprobar la gran maestría que demuestra a la hora de enaltecer las virtudes y camuflar las imperfecciones de los rostros. La industria del cine estaba adquiriendo un protagonismo que ya nunca ha abandonado y Max factor se convirtió en una persona clave en el éxito de las películas. Una vez que se dio cuenta de que las potentes luces del rodaje distorsionaban las facciones haciendo que a veces éstas parecieran grotescas y que había que extender capas y capas de espeso maquillaje a la que se añadían brillos y sombras para acentuar los rasgos faciales, Max se puso a trabajar en su laboratorio en la creación de productos adaptados a las necesidades de los actores bajo los focos.

Del cine a la calle
Fue en el año 1914 cuando presentó su primer maquillaje especialmente indicado para usarlo en el cine y a partir de entonces su obsesión es perfeccionarlo día a día. Sus desvelos tienen respuesta y son cada vez más las actrices y actores que exigen los productos Factor en su trabajo. Pero la fama de este indiscutible creador no se limita a Hollywood y sus numerosas estrellas, desde Jean Harlow, Lana Turner, Hedy Lamar, Ava Gadner, Rita Hayword o Liz Taylor por citar algunos nombres, quieren estar también divinas en su vida social y le piden a Max que las maquille para asistir a una fiesta, a un estreno o para posar en una revista, todo ello le va indicando al maquillador que tiene que poner sus creaciones a su disposición; además son muchas las mujeres normales y corrientes que viven deseosas de imitar a sus envidiadas estrellas del celuloide con la vana esperanza de que usando el mismo maquillaje se convertirán en las reinas del glamour. Factor no se lo piensa dos veces y empieza a comercializar su maquillajes por todas las tiendas especializadas de Estados Unidos comprobando en poco tiempo que sus productos se vende como rosquillas y haciéndole inmensamente rico, alcanzando una enorme popularidad. Después abre su propia tienda en Hollywood Boulevard en donde expone todas sus novedades para que su público esté al día de cualquier innovación como su Pan Cake, un maquillaje especial para las películas en Technicolor que vuelve locas a las feminas de la época.

La saga Factor
El éxito acompaña a todas las iniciativas de la gran empresa en la que Max Factor convirtió a su firma y al fallecimiento de este mago ocurrida en 1938, es el joven Max Factor Jr. quien toma las riendas de la empresa con la inestimable ayuda de sus otros hermanos y un equipo de colaboradores como Hal King, Jefe del Departamento de Maquillaje Artístico quien construye fabulosas recreaciones para el cine y son ahora las divas Kim Novak, Brigitte Bardot, Ann-Margret y Ursula Andrés las que hacen incluso hace publicidad para Max Factor, tal y como hiciera el año pasado la artista Madonna. Con el paso de los años el gran imperio en el que se ha ido asentando la marca ha pasado a manos de la multinacional Procter & Gamble que se encarga de seguir investigando con la misma obsesión que su fundador para hacer que el arte de maquillarse se encuentre al alcance de cualquiera con mayor eficacia y más rapidez..