Elizabeth Arden

"No hay mujeres feas, sino mujeres que descuidan su belleza". Esta frase la pronunció Florence Nightingale Graham, un nombre que tal vez no le suene, pero seguro que sí aquél con el que pasó a la historia de la cosmética: Elizabeth Arden.


Nació en 1884 en un pequeño pueblo cerca de Toronto. Era la cuarta hija de un farmacéutico y su primer trabajo fue como enfermera, estudios que le permitieron adquirir unos conocimientos muy profundos sobre la salud física.

Esta mujer dijo un no rotundo al paso de los años porque aseguraba que cualquier persona que se cuidara desde joven envejecía con mayor atractivo y dignidad que cualquier otra. Para poner en práctica sus ideas, se trasladó a Nueva York y, en 1910, abrió su primer salón en la Quinta Avenida con un préstamo de 6.000 dólares. Era muy discreto: sólo tenía tres salas de tratamiento y un laboratorio y contaba con un equipo formado únicamente por la propia Elizabeth y tres ayudantes.

La idea del nombre que terminó por adoptar se le ocurrió como resultado de sus lecturas. El libro Elizabeth and her German garden le había causado una profunda impresión y había estado leyendo con mucho interés la obra de Lord Tennyson Enoch Arden. La combinación de ambos títulos dio como resultado Elizabeth Arden.

Poco a poco fue cosechando éxitos y, ya en 1916, Elizabeth Arden ocupaba el primer lugar en ventas de prestigio para el cuidado de la piel en todo el país, y ofrecía una gran variedad de productos de tratamiento de la piel. Introdujo en Estados Unidos, por ejemplo, el maquillaje para ojos, así como la primera línea completa de cuidados de la piel y el color.

Al igual que con los salones, fue pionera al crear un nuevo método para el cuidado de la piel, desbancando a la idea de aquella época de que la misma crema servía para todo y para todos. De esta forma nace una nueva fórmula en el tratamiento moderno, los cuatro pasos básicos, limpiar, tonificar, hidratar y nutrir con diferentes fórmulas para distintos cutis. Limpiadoras y tónicos tuvieron tal éxito que consiguió devolver su préstamo en menos de seis meses.

En las décadas de los años 20, 30 y 40, Elizabeth Arden expandió la distribución de su firma a Europa, Canadá, América del Sur, Australia y las Antillas. En 1939, para promover sus productos, fue la primera que realizó publicidad comercial destinada a ser proyectada en salas de cine. Visitó España en el año 1957.

Sus manos trabajaban haciendo y aplicando productos en su salón de la Quinta Avenida, pero ante la gran afluencia de clientela, decidió prepararlos para ser aplicados en casa sin necesidad de acudir al salón. A la vez iniciaba otra novedad, las demostraciones en los establecimientos donde iban a ser vendidos sus productos, y de esta forma enseñaba los secretos de su utilización.

Durante su vida fue capaz de crear un imperio cosmético, con 40 salones Elizabeth Arden por todo el mundo. Murió en octubre de 1966.